Conocida como uno de los lenguajes de
los dioses, ha sido también una manera subconsciente de practicar las matemáticas,
contando y prediciendo sus ritmos; compuesta por una cantidad infinita de
sonidos, tiene la finalidad de trasmitir lo que, en un principio el creador o
el universo desea contar; la música, es en si, una ciencia que cautiva a todo
ser viviente, como aquellos árboles que necesitan de las canciones del viento y
los susurros armónicos del río para poder vivir.
Existe música en la simetría y caos de
todos los sonidos que se producen en la naturaleza, desde el sonido que se
expande a través de los gases en el espacio, hasta las caricias delicadas del
viento sobre las hojas; la música va dibujando ondulatorias formas que besan
invisibles en los tímpanos del ser que está escuchando; su belleza radica
muchas veces en la apreciación del oyente, que en sabiduría aprende a
distinguir la armonía de sus tonalidades, o la complejidad de su estructura en
un conjunto.
El arte noble de apreciar sus encantos y
crear sus armonías, son una tarea complicada en la escala de las acciones
intelectuales, que innatos genios son de nuestra especie, todos nacemos con un
ritmo en el pecho que se llama corazón, si la música es un cantar de la
naturaleza, las canciones de las artes se expresan en todas las tareas de la
mente, recitar un poema es cantar en armonía con las palabras, hacer un objeto
es que nuestro cuerpo cante en las vibraciones del ingenio, hacer el amor es
que el universo cante al compás de nuestro futuro.
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