Debe existir una especie
de efecto culpable en la vida mental, como que haber cruzado ciertos límites
morales te vuelve indefenso al miedo del karma, sobre todo cuando te ves en la
posibilidad de pasar por algo similar.
Hace muchos años, le
llamaba desde el mar, diciéndole que le quería y la extrañaba, era cierto, pero
no fue tan sincero el cariño. Más tarde, en el mismo viaje de playa, me
encontré con otra persona, era la hermana un amigo, nos gustábamos desde hace
tiempo, no sé cómo sucedió, pero entre canciones de guitarra y pedrito coco,
nos besamos aquella noche. Pasadas unas horas me desperté y mi novia me
llamaba, hablé varios minutos con ella, y en el fondo sabía que algo ya no era
lo mismo, no deje utilizar los mismos cariñitos al hablar con ella, me sentí
una horrible persona, y más aún, después de decirle un también como
respuesta a un te quiero.
Mientras tanto, en el
mar, la hermana de mi amigo y yo sabíamos que lo nuestro era pasajero. Nos
volvimos a ver al día siguiente, no sucedió nada romántico, comimos un ceviche
y conversamos como amigos, no sentía nada por ella, fue como haberse quitado
una espinita del gusto, y al parecer ella estaba igual.
Allá en la capital,
estaba ella, unos peluches, nuestra pequeña historia y otros recuerdos, en
conjunto me hacían sentir algo por ella. El remordimiento, invadía la mente;
pero ahora que, ¿con que cara?, ¿debía contarle? Pasó el viaje y después de algunos
meses, mi novia y yo terminamos por otros motivos, ella se mudó a otra cuidad,
nunca le conté lo de la playa, intente portarme de la forma más común posible,
me carcomía por dentro lo que había hecho, pero nunca tuve el valor de quedar
como el villano, del que lo arruinara, después de todo, a mi regreso de ese
viaje pasamos muchas cosas lindas.
Ahora, después de muchos
años, con la historia de la chica en el país del mismo lenguaje, cruzando el
océano Atlántico, siento que el monstruo de la culpa llego, el karma de la
mentira, y aunque siempre supe sobre la posibilidad de ser engañado, esta vez
me preocupa en medida de que tengo que escribirlo. Se ha ido a un viaje con sus
amigos, he visto un par de fotos, y hasta tengo visto a mi contrincante, me imagine
su romance y ahora me siento incrédulo cada vez que me dice te quiero. Espera
me digo, no somos novios, no somos nada, no tenemos etiqueta, porque me siento
así.
El ladrón juzga por su
condición, frase popular, que también describe como en este caso, la mentalidad
del culpable para pensar acerca sobre un hecho que este marcado por su
experiencia en particular. A pesar de que es molesto conocer que existen
posibilidades, veo en ello también rasgos de una anti inocencia, la cual no
solo se condiciona con los actos, sino también con experiencias de otros, como
el: ¿se fue con sus amigas y está bebiendo y no te ha
llamado? Uh, olvidado, fijo te puso el cuerno. No me consta que sea verdad,
estas cosas no son reglas, nada es una regla, pero vaya que varias veces
redirecciona las vías del pensamiento.
Que hacer respecto a la
chica del otro lado, no sé. Me imaginado, pausando nuestra relación hasta que
volvamos a vernos, y me sentí más tranquilo. No sé si esta demás, pero en mi
mente al mismo tiempo, me suena el síndrome de recién divorciada, muchas veces
me comento su encierro, a su matrimonio como jaula, y ahora que está libre, fue
al primer viaje “soltera”.
Siempre que bebe y se va
de tragos con sus amigos no me llama, y cuando yo lo hago, me dan muchas ganas
de llamarle, puede ser por varias razones, somos diferentes, en el mejor de los
casos pienso -porque estoy sin mi circulo social amplio y activo, porque estoy
sin la mente y el tiempo completamente ocupados-. En el fondo ya sé que debo
hacer, no sé si está bien, pero creo que debo hacerlo. Cualquier cosa ya nos
veremos, o no, después.
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