La sensación de adormecimiento se
deteriora pasados algunos minutos, mientras veo por las ventanas de las
ciudades, también miro sus rostros de diferentes expresiones, los rasgos, y
los tonos de su piel y son míos también; cuantas veces estuve entusiasmado, feliz,
depresivo, alegre, preocupado, triste, desorientado, soñando, o pensativo, con el
brillo de mis ojos apagado, y otras tantas veces con el brillo de mis ojos como
un fulgor.
Sus manos de arduo trabajo, de
estudio, de delicados trazos, impotentes, de fuertes músculos, de débil inocencia,
y de peleas. Sus frases de palabras incoherentes, de dichos sabios, de consejos
malos, de consuelos verdaderos, de carcajadas, todos eso, es mío también. Sus
trajes, de harapos indigentes y elegantes empresarios, al igual que sus
acciones, de enojos, y rabietas, de angustias y buenos ánimos, de solidaridades,
y arrogancias, caballerosidades y compañerismo son y fueron míos también.
Entrar en ese viaje a tu destino,
que, en breves minutos o un par de horas, te acerca a donde decidiste tener que
llegar. Interesante experiencia, subir en un bus, y ser parte de un todo.
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